Domingo 14 de abril, antes de salir de casa, me monte en la balanza que tantas verdades dolorosas me había dicho los últimos años de mi vida y ahí en la pantalla el número 107,5, solo me dejaba más preocupación. ¿Y si no funciona? ¿Y si soy ese 0.001% de la población que no baja si no 10 o 20 kilos? ¿Vale la pena esto? ¿Voy a dejar de ser gorda?... Llegué a la clínica y mi nivel de estrés estaba en las nubes, me quería comer un caballo con un juguito... Y ver al cirujano tan tranquilo y tan feliz.. solo me dio más angustia ¿Este hombre no ve mi preocupación? ¿No se da cuenta que conmigo nada funciona? ¿Por que me promete que va a salir bien si yo soy el 0.001% que no baja de peso? Me operaron y en contra de lo que pensé empezó la etapa más difícil de mi vida, reconocer que habían cambios que tenía que hacer y que ya no podía culpar a las dietas, al ejercicio, a las pastillas ni a nadie más ... Aprendí a escuchar lo que mi cuerpo quería y necesitaba, volví a sentirme feliz al verme al espejo, volví a disfrutar lo linda que me queda la ropa y esa sensación de alegría después de decir " esa camisa me queda grande, necesito una talla menos". Hoy, me subi a la balanza, con la que estoy haciendo las pases y vi 60,8 en la pantalla... Me vestí y salí de mi casa con una sonrisa grande hacia mi cita de control con el cirujano.