Así pues, la cirugía que implica la resección de parte del estómago se restringe para casos severos. Para personas con obesidad moderada usualmente deben perder entre 30 y 40 kilos de su peso, se realizado la colocación de una banda en forma de “bufanda” alrededor del estómago. Métodos menos invasivos como la colocación de un balón intragástrico por vía endoscópica se indica para la mayoría de pacientes que deben perder alrededor de 25 kilos o menos, o también para los que sufren de obesidad severa, colocándolo antes de realizar la cirugía para disminuir así el riesgo quirúrgico.
Este último método consiste en el paso de un balón desinflado de silicona a través de la boca hacia el estómago con ayuda de un endoscopio convencional bajo anestesia. Una vez en el interior del estómago, el balón es llenado con solución salina hasta alcanzar el volumen de entre 500 y 700 cc. El procedimiento se demora entre 10 y 15 minutos y no genera ningún dolor al no realizarse incisiones de ningún tipo.
Su función básicamente consiste en generar una sensación de saciedad precoz, en otras palabras el paciente no tendrá que “sacrificarse” en sus gustos y tampoco “aguantará hambre” ya que el balón le hará sentirse satisfecho. Se indica además una alimentación balanceada que tiene en cuenta los alimentos habituales del paciente logrando un equilibrio nutricional. No obstante, este sistema está diseñado para utilizarse conjuntamente con la implementación de un programa de modificación de hábitos alimentarios y la reducción de niveles de ansiedad mediante apoyo psicológico.
El tratamiento se prolonga por un periodo de seis meses, momento en el cual el balón es retirado por riesgo de ruptura debido al desgaste del material, pero durante este periodo el paciente aprende hábitos adecuados de alimentación, comportamiento y control que le impedirán subir nuevamente de peso. El balón se retira nuevamente bajo sedación y con ayuda endoscópica a través de la boca una vez se ha desinflado puncionándolo y succionando el líquido en su totalidad.
En cuanto a las molestias del tratamiento; se pueden representar nauseas y dolor durante los primeros tres días de la colocación, pero se controlan adecuadamente con medicamentos.
Entre los riesgos debe destacarse la posibilidad de que el balón se desinfle espontáneamente y en ese caso puede salir del estómago hacia el intestino produciendo que requiera cirugía de urgencia. Para prevenirlo se ha inyectado un colorante azul en el líquido que llena el balón produciendo un cambio inmediato en el color de la orina que alerta sobre la ruptura del mismo; a partir desde ese momento se cuenta con 36 horas para retirarlo sin necesidad de intervención quirúrgica.
Es de resaltar que el balón intragástrico se convierte en una ayuda que permite realizar, sin grandes sacrificios, los cambios requeridos a nivel de alimentación con apoyo de un equipo multidisciplinario. (que incluye gastroenterólogo o cirujano endoscopista, endocrinólogo, psicólogo y nutricionista, todos ellos apoyando el programa de actividad física).